En la primera parte de esta lista (puedes leerla aquí si aún no lo has hecho), decía que no pretendo establecer un canon indiscutible, sino presentar las obras que más me han impactado personalmente, con el único objetivo de comunicar mi pasión por la literatura. Seguimos:
Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato, es otra de las novelas en español más importantes del siglo XX. Existencialista, oscura y en ocasiones agobiante, tal vez no sea para todos los públicos, pero merece la pena leer al menos el famoso «Informe sobre ciegos», que ocupa la parte central de la obra como una novela dentro de la novela. Narra las vicisitudes de Fernando Vidal Olmos, convencido de que las personas invidentes componen una secta que dirige el destino del mundo. Empieza con estas inquietantes palabras:
¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato?
Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas
De entre las novelas experimentales, la que más me gusta es Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos. Su protagonista es un científico que trata de llevar a cabo una investigación sobre el cáncer en medio de la miseria que dejó tras de sí la guerra civil española. Sus aventuras y desventuras transcurren en los distintos ambientes del Madrid de la época: prostíbulos, cafés de renombre, chabolas. El estilo, a veces obsesivo e insistente, me parece uno de los grandes hallazgos de la obra, y creo que justifica citar por extenso algún pasaje:
Pedro volvía con las piernas blandas. Asustado de lo que podía quedar atrás. Violentado por una náusea contenida. Intentando dar olvido a lo que de absurdo tiene la vida. Repitiendo: Es interesante. Repitiendo: Todo tiene un sentido. Repitiendo: No estoy borracho. Pensando: Estoy solo. Pensando: Soy un cobarde. Pensando: mañana estaré peor. Sintiendo: Hace frío. Sintiendo: Estoy cansado. Sintiendo: Tengo seca la lengua. Deseando: Haber vivido algo, haber encontrado una mujer, haber sido capaz de abandonarse como otros se abandonan. Deseando: No estar solo, estar en un calor humano, ceñido de una carne aterciopelada, deseado por un espíritu próximo. Temiendo: Mañana será un día vacío y estaré pensando, ¿por qué he bebido tanto? Temiendo: Nunca llegaré a saber vivir, siempre me quedaré al margen. Afirmando: A pesar de todo no es, a pesar de todo yo quizá, a pesar de todo quién puede desear con una así. Afirmando: La culpa no es mía. Afirmando: Algo está mal, algo no sólo yo. Afirmando: El mal está ahí. Interrogando: ¿Quién explica el mal? Reflexivo-recordante: Aquella mujer que estaba allí y no tenía que estar allí porque era como si no estuviera porque no servía. Incisivo-perdonador: No tiene nada de ángel porque además de no tener alas parece que lo único a que aspira es a la aniquilación. El ángel puede volverse contra su dios, pero este medioángel no se vuelve más que contra su madre. Acusador-disoluto: Era una vieja horrible, sólo una vieja horrible. Conclusivo: Soy un pobre hombre.
Luis Martín-Santos, Tiempo de silencio
En Los gozos y las sombras, Gonzalo Torrente Ballester pinta la sociedad gallega de principios del siglo XX. Es una novela (en realidad una trilogía) clásica, por decirlo de algún modo, sin grandes experimentos. Hay amores tormentosos, hay caciques tiránicos; están la búsqueda de consuelo espiritual y el enfrentamiento entre la vieja nobleza y la incipiente burguesía capitalista. La solidez de los personajes, la pulcritud del estilo y el interés de la trama son algunos de los muchos méritos de esta obra.
Enamorarse, creo yo, es algo más que el deseo de dormir con una mujer; es, supongo, el haber hallado una persona junto a la cual uno puede ser verdadero. Porque buscar una mujer para espectadora de la mentira que has inventado es arriesgado: no hay mentira que soporte la convivencia.
¡La conciencia tranquila! ¡Ni los santos la tienen! La conciencia tranquila es el mayor engaño del demonio.
Gonzalo Torrente Ballester, Los gozos y las sombras
Volviendo a la novela humorística, es imposible no mencionar El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza. El protagonista, cuyo nombre nunca se nos dice, vive recluido en un centro psiquiátrico hasta que las fuerzas del orden solicitan su colaboración para resolver un caso peliagudo. Abandona entonces su internamiento y se embarca en una sucesión de disparatadas peripecias que nos cuenta en primera persona, con un estilo alambicado y desternillante. Menciono esta obra por ser la primera de la serie, pero todas las que la siguieron mantienen el nivel (cuando no lo sobrepasan).
Aparté la vista, porque el mar me deprime. La montaña también. En general, me deprime el paisajismo. Todo lo que está a más de diez metros de distancia me produce desasosiego.
Eduardo Mendoza, La aventura del tocador de señoras
Me desperté sudando, pero como no creo en los presentimientos y menos aún en los augurios y de la interpretación ortodoxa de los sueños solo sé que cualquier cosa tiene que ver con la picha, opté por no dar al mío la menor importancia.
Eduardo Mendoza, El enredo de la bolsa o la vida
La Habana para un infante difunto, de Guillermo Cabrera Infante, tal vez no sea del agrado de todos por su fuerte contenido erótico, pero me parece un prodigio. El protagonista nos cuenta los amoríos de su vida en La Habana precastrista, que recrea con vivacidad pasmosa. La peripecia consigue atraparnos, pero donde más brilla esta obra es, sin duda, en el estilo, saturado de paronomasias y juegos lingüísticos de un ingenio portentoso. Ya desde el título, un guiño a la Pavana para una infanta difunta de Maurice Ravel.
Ahora apenas atendía a lo que ella me decía entre los besos o el largo beso sostenido, hablando ella ese esperanto del amor, el idioma que siempre espera más que expresa, sordo yo porque estaba más interesado en el beso en sí que en su literatura —en otra época podría haber dicho que atendía más a su lengua que a su lenguaje.
Guillermo Cabrera Infante, La Habana para un infante difunto
Seguimos con una novela histórica: En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán. Ambientada a finales del siglo XV, narra en primera persona las vicisitudes de Juan de Olid, a quien se hace un encargo sorprendente: conseguir un cuerno de unicornio que alivie la impotencia del rey Enrique IV de Castilla. Al frente del grupo de expedicionarios, vivirá todo tipo de aventuras en su viaje hasta el corazón de África. La imitación del lenguaje de la época me parece una de las grandes virtudes de esta obra. Cuando el protagonista se plantea entablar relación amorosa con una de las habitantes de aquellas lejanas tierras, dice:
Alguna habría entre ellas en edad de suspirar.
Juan Eslava Galán, En busca del unicornio
Cabría señalar cierta similitud entre la trama que acabamos de describir y la de La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez. En una ciudad española de provincias, durante la posguerra, un grupo de disparatados personajes decide acometer la búsqueda de una fuente de aguas milagrosas. El pasaje en que asaltan una vivienda para hacerse con un baúl que contiene cierta información al respecto me hizo saltar lágrimas de la risa. La superación del tedio y la miseria circundantes por medio de la imaginación desbocada me parece el tema de esta obra, un rotundo acierto de Luis Mateo Díez.
Nada hay tan dispar como la eterna vida y la vida eterna.
Luis Mateo Díez, La fuente de la edad
Por último, Las máscaras del héroe. Juan Manuel de Prada ya había sorprendido anteriormente con Coños, pero esta obra dejó a todo el mundo con la boca abierta. Porque es portentosa. Hubo incluso quien no se explicaba que un joven de 25 años hubiera sido capaz de componer algo así. La novela nos introduce en la bohemia madrileña del primer tercio del siglo XX. Los personajes desgarrados y los ambientes sórdidos se plasman con brillantez y crudeza, y el estilo barroco y audaz de De Prada confiere al texto una densidad y una tensión que subyugan.
Y estas son, para mí, las novelas en español más importantes del siglo XX. No me olvido de grandes títulos como Cien años de soledad o La colmena. Pero, por alguna razón, las obras que aquí presento me tocaron de forma especial. Y, como ya he dicho, el único propósito de esta lista es compartir mi entusiasmo por la literatura. Ojalá lo haya conseguido.
Si te ha gustado este recorrido por las novelas en español más importantes del siglo XX, te gustarán:
Tus sugerencias provocan el deseo de ir en busca de ellos. Cuando se tiene el amor por la literatura, no hay duda de que será contagioso para los que nos sumergimos en este mundo. Me ayudarás a ampliar mi Biblioteca. Un saludo desde Costa Rica.
Me alegra mucho lo que dices. ¡Saludos desde España!
Muy difícil ,x no decir imposible , señalar las mejores novelas del sXX , pero se agradece tu intento , sobretodo xq hay mucho de subjetividad en ello . Todas son espléndidas , pero no están todas las q son . Saludos
Más o menos así empezaba la primera parte de esta selección. ¡Saludos!
Me parece información enriquecedora y clara lista para buscar la compra de los libros .
¡Esa es la idea!
«Nada hay tan dispar como la eterna vida y la vida eterna». Esta frase es tan profunda en su contenido, como paradójica. Leerla, me lleva a reflexionar en el quehacer cotidiano de nuestro estar en el mundo (con todas sus extrañas, pero necesarias vicisitudes), esto hace que en el ser del humano vivir vea la vida como algo eterno porque no acaba, porque no se desea que acabe, conociendo su contingente realidad; realidad que conforme se va sucediendo en el devenir, me acerca a «… la vida eterna», a ese encuentro con la esencia de lo que cada uno somos. Sólo deseo compartir lo que me asalta justo en el momento de leer este fragmento. Salud y saludos!
Pues gracias por compartirlo. ¡Saludos!