Hoy se encuentra uno listas de libros por todas partes: «Cien libros imprescindibles», «Los libros que hay que leer antes de morir», «Las mejores obras de la literatura universal»… Con un poco de suerte, aparecerán en ellas la Odisea y otras dos o tres obras de la Antigüedad, cuatro o cinco de la Edad Media y doscientas de los últimos cien años.
Este vacío no se debe a que los mejores clásicos griegos sean textos crípticos, accesibles solo a un puñado de eruditos que desprecian la literatura contemporánea y se las dan de especiales mentando a Heródoto. El asunto tiene que ver con dos cosas muy de nuestra época: la vanidad y la pereza. Cualquier tiempo pasado fue peor y no hay por qué molestarse en visitarlo. Los antiguos eran homínidos toscos, sencillos, meros eslabones para llegar a nosotros. Así, el pobre Homero aparece en estas listas en pie de igualdad con el último best-seller más o menos resultón, que es como sentar a Alejandro Magno junto al Capitán América. A «pasado de moda», «viejo» o «superado» se reducen los análisis que a menudo se oyen cuando uno menciona un libro antiguo. Una joven artista me preguntó una vez por qué esa manía de prestar atención a lo antiguo. Luego me enteré de que hacía esculturas con gusanos.
¿Merece la pena leer los mejores clásicos griegos? Rotundamente, sí. ¿Por qué? Porque ayudan a comprender todo lo demás, a comprendernos a nosotros mismos; porque son interesantísimos, divertidísimos. ¿Muy difíciles? No. Son exigentes, claro. Pero cualquiera con un mínimo de sensibilidad y de paciencia puede disfrutarlos enormemente. ¿Cuáles leer? Para responder a esta pregunta, aquí van algunas impresiones de mi viaje por los mejores clásicos griegos. Me detendré en las obras que más han llamado mi atención, aquellas a las que tengo un especial cariño. No porque mi criterio tenga nada de especial: trataré, simplemente, de contagiar mi entusiasmo por esta literatura. Al final dejaré, a modo de mapa, una lista de las obras fundamentales.
Nuestra literatura comienza, en el siglo VIII a. C., con Homero, el sublime Homero, el poeta del polvo, de la sangre sobre el polvo y de las estrellas sobre la sangre. Es imposible exagerar su importancia: Homero está por todas partes, lo veamos o no; sus dos grandes obras, la Ilíada y la Odisea, atraviesan nuestra cultura de cabo a rabo. De ellas beben los mejores clásicos griegos y toda la literatura, todo el arte posterior.
Canta, diosa, la cólera de Aquiles.
Μηνιν αειδε, θεα, Πηληιαδεω Αχιληως
Así comienza la Ilíada. La cólera de Aquiles, el enfado del gran guerrero, que se niega a pelear en Troya; sus causas, su crudeza, sus dramáticas consecuencias: este es el tema de la Ilíada. Sobre la llanura se pasean tranquilamente los dioses, lloran y derraman su sangre los héroes, muere Áyax, muere Patroclo, muere Héctor. La cadencia hechizante del texto, la potencia de su lenguaje, los epítetos épicos luminosos (Aquiles el de los pies ligeros, Atenea ojizarca, Odiseo fecundo en ardides…), la magistral caracterización de los personajes… Hay que leer la Ilíada, «el poema más hermoso del mundo», según Chesterton. Pero una advertencia; sé de algunos que la abandonaron en el canto II. El motivo es que contiene el famoso «catálogo de las naves», una lista interminable de nombres de guerreros. Para la mayoría resulta, naturalmente, aburridísimo. Sáltelo tranquilamente el lector y prosiga en el canto III.
La Odisea narra el regreso a casa de Ulises (Odiseo) después de la guerra de Troya. De algún modo, por tanto, es continuación de la Ilíada. Está llena de peripecias y aventuras; hay enfrentamientos con monstruos (el cíclope Polifemo, las sirenas, Caribdis y Escila), enamoradas de Ulises que tratan de retenerle, su esposa que le espera, un descenso al inframundo… Viajes, amor y muerte: todo está en la Odisea.
Todavía en época arcaica nace la lírica:
Estoy, pobre de mí, muerto de amor,
atravesado de dolor terrible hasta los huesos.
Más pálida que la hierba quedo,
siento que voy a morir.
Pero el amor a mí
en ninguna estación me da reposo.
Inflamado por el rayo,
enviado de Afrodita,
entre delirios abrasadores,
tenebroso e impasible, por la fuerza,
arranca de raíz mi corazón.
Son palabras de Arquíloco, Safo e Íbico, respectivamente. Y está el viejo verde Anacreonte, dulce y encantador borracho, que quiere boxear con Eros. Y Mimnermo, y Alceo, y Alcmán, y Teognis:
Afrodita engañosa, dominas las duras entrañas de los hombres, y no hay ninguno tan fuerte y sabio como para escapar de ti.
Hay mucho más en los líricos arcaicos, pero me quedo con la erótica: nadie ha descrito el poder destructivo de la pasión amorosa, nadie se ha regodeado en su oscuridad, en su locura, como ellos. Nietzsche hablaba de la antigua predilección griega por las cosas duras, terribles, problemáticas; el dolor, el horror, la lucha perdida de antemano. Tal vez algo así existía en este pueblo audaz, algo que cuajó en las grandes tragedias de época clásica.
Edipo mata a su padre, se casa con su madre y tiene hijos con ella, todo sin saber quiénes son en realidad; cuando lo averigua, se arranca los ojos. Medea, para vengarse de su esposo Jasón, decidido a casarse con otra, mata a sus propios hijos. Agamenón sacrifica a su hija, su esposa Clitemnestra acaba por ello con Agamenón, los hijos de ambos matan a Clitemnestra. La transgresión de los límites impuestos por los dioses (hybris), la eterna transmisión del pecado, la incapacidad del hombre para romper el círculo vicioso, el aprendizaje a través del sufrimiento. El horror más íntimo del ser humano: esto es la tragedia griega. Recomiendo la Orestíada de Esquilo, Edipo rey y Antígona de Sófocles, Medea y Electra de Eurípides.
De todo se burlará la comedia de Aristófanes: de la tragedia, de los filósofos, del público. Hay obscenidades, máscaras grotescas, burla continua. Especialmente famosa es Lisístrata: en ella, las mujeres emprenden una huelga sexual hasta que sus esposos pongan fin a la guerra. Ellos intentan disuadirlas, ellas se niegan a ceder. Al final los hombres, desesperados, en plena erección, firman la paz.
Lo dejamos aquí, de momento. Hemos recorrido brevísimamente la épica, la lírica y el drama, desde el siglo VIII al V a. C. Próximamente publicaré la segunda y última parte de los mejores clásicos griegos. Si quieres que te avise cuando lo haga (gratis, naturalmente), deja tu dirección de correo electrónico más abajo, donde dice «Boletín». Y no olvides visitar la bandeja de correo no deseado, porque es posible que los mensajes se almacenen allí.
Si te ha gustado Los mejores clásicos griegos, te gustarán:
Exquisita y elegante forma de abordar esas joyas de la literatura. Me encantó.
¡Qué alegría! ¡Gracias!
Me lo decía mi hermano mayor, que lamentablemente ya no esta, la importancia de leer primero a los clásicos griegos.
Estoy de acuerdo.
Bendito Dios que en la época que hice mis estudios secundarios existía un programa tan basto y culto que incluía esas obras griegas tan bellas ,recuerdo también La Divina comedia , Goethe entre otras de otros géneros y tiempos . Gracias por hacerme recordar la belleza de esas obras
¡Afortunada tú!
Buen artículo. Homero tuvo la culpa de que yo estudiara Historia y Arqueología.
Homero tiene la culpa de muchas cosas buenas…
Gracias por tan interesante guía literaria, quiero más…
¡Me alegra que te guste! Hay más en esta misma sección («Qué leer») de la página.
Qué grato es leer sobre los clásicos y darnos cuenta que nos enriquecemos de una manera especial, más satisfactoria, más permanente. Leer a los clásicos es darnos cuenta que «el hombre» es el punto de partida de una humanidad sagrada hecha de lodo oscuro.
En México, Gredos esta publicando su Biblioteca Clásica, desde Homero hasta Aristóteles, pasando por Heródoto, Platón, Esquilo, Aristófanes, «Euripidín» (como irrespetuosamente llama Aristófanes a Eurípides), y un largo etcétera. Lectura para rato.
Gredos tiene, hasta donde sé, la colección de clásicos grecolatinos más amplia que existe. Lamentablemente, después de su compra por RBA han salido muy pocos volúmenes. Y hace mucho que el último tomo es el 415, creo que recordar. Una pena.
Pero yo soy de España que puedo encontrar aqui?
Me ha encantado esta lectura…muchas gracias.
¡Me alegro mucho!
¡Muchas gracias por esta introducción a la literatura griega clásica! Solo una pregunta: si tuvieras que recomendar una tercera tragedia tanto de Sófocles como de Eurípides, ¿cuál sería para cada uno de ellos? Un saludo.
De Sófocles, «Áyax». Me pareció muy emocionante. Y de Eurípides, «Hipólito», por la temática.
Siempre tuve temor, por desconocimiento, de adentrarme en ésta sublime literatura, con esta breve introducción me siento capaz de comenzar a disfrutarla. Muchas gracias
Solo por eso, merece la pena haberla escrito. ¡Me alegro mucho!
MUCHAS GRACIAS POR TENERME INFORMADA.
NO ESTUDIE FILOSOFA EN EL BACHILLER POR HACER HASTA CUARTO Y REVALIDA.
NUNCA ES TARDE, ME INTERESA
¡Me alegro mucho!
Excelente texto. Muchas gracias. Intentaré hacerle caso.
Si volviera a nacer o me ganara la lotería, estudiaría Letras Clásicas en la UNAM.
Por favor enviame tus publicaciones por email.Te lo agradezco mucho.Son hermosas e interesantes.
Gracias!
Que suerte encontrar este espacio, hacia tiempo que no leia un ensayo tan dinamico y constructivo
Muchas gracias, me alegra que te guste.